Otro día leí algo que se atribuye a Oscar Wilde: “La mayoría de las personas son otras personas. Sus pensamientos son las opiniones de alguien más, sus vidas una mímica, sus pasiones una cita.” Por un momento me pareció demasiado fuerte pensar en mí como una gran cita. Pero, de pronto, me acordé de la alegoría de Platón de la caverna. Si no recuerdan las clases de filosofía, muy resumidamente (y espero hacerle justicia), la descripción dice que las personas viven oyendo ecos y observando las sombras proyectadas en una pared de la caverna. La libertad sólo puede ser experimentada en las afueras de la caverna a través del encuentro con la esencia. Esas sombras descritas por Platón son equivalentes a las opiniones e ilusiones que uno tiene de base en su repertorio de sombras, las citas de Wilde o a lo que llamamos modelos mentales.
Pasamos la vida expuestos a muchos modelos, tanto individualmente como en sociedad. Los modelos mentales son una forma de pensar sobre el pensamiento. Son una representación del mundo circundante, las relaciones entre sus diversas partes y la percepción intuitiva de la persona. Determinan no sólo cómo entendemos el mundo sino cómo actuamos. Los modelos mentales no son positivos o negativos en sí mismos. Nosotros somos los que los interpretamos. Algunos autores los llaman modelos mentales o creencias limitantes o de desarrollo.
Por ejemplo, si te pregunto: ¿puedes describirme a un extraterrestre?, quizás me respondés : “los extraterrestres son verdes, tienen cabeza grande, no hablan un idioma conocido…” Pero díganme, ¿Quién puede probar que encontró un extraterrestre? Si nadie puede probar que haya visto uno, ¿de dónde viene esa idea que se formuló en tu cabeza? Claro, de los cines.
La misma lógica se aplica a muchísimas cosas, aunque haya pruebas más concretas, datos irrefutables, siempre habrá algo que no sabemos. Y ahí vive una gran posibilidad (y una gran trampa).
Si hay mucho que no sabemos, hay un gran campo para los innovadores, que son personas a quienes les encanta conocer, hacer preguntas, son curiosas en su esencia. La trampa aparece cuando uno cree que conoce todas las variables y actúa no sobre certezas, sino sobre suposiciones o cuando una persona pasa la vida creyendo o propagando una historia única: la que conoce.
El peligro de la historia única es el título de una charla TED muy buena de la escritora Chimamanda que describe algunos modelos mentales limitantes que tenía sobre el mundo y sobre sí misma. Ella habla sobre lo que puede pasar cuando reconocemos nuestras limitaciones, en su discurso podemos reconocer que esto significa mirar el mundo en las afueras de las cavernas: es decir, descubrir infinitas potencialidades.
Tener modelos mentales limitantes no limita solamente a una persona a la hora de conocer sus potencialidades, como descubrió Chimamanda. Todo lo que sabemos puede ser una gran historia única que influye a todos en distintos niveles. Me gustan los ejemplos de la historia: detrás de la fotografía del beso más reproducida del siglo XXI, que por mucho tiempo fue considerada la imagen del amor, hay una historia de abuso -si escuchamos la versión de la enfermera-. También la discusión que se puede abrir sobre colonialismo y poder de las naciones cuando analizamos el posible efecto de las proyecciones de Peter y Mercator como reproducción del mapa mundial. La crítica es que la desproporción y localización de los países en la proyección del siglo XIV (Mercator) que todavía conocemos como el mapa mundial, crea prejuicios y perpetúa una concepción eurocéntrica u occidentalcéntrica (mirá la figura y aquí o aquí si quieres saber más). Pero esto también se aplica a ideas de proyectos de innovación social.